miércoles, 20 de noviembre de 2013

Le devolví su corazón, que latía en mi pecho desde que comenzamos a amarnos.
-Ponlo en tu pecho, al lado del mio, si yo no puedo estar junto a ti, al menos deja que mi corazón viva junto al tuyo. No tienes que devolverme el mio.
Le devolví todas las lagrimas que derramó por mi, junto con las que yo derramé y derramaría por él.
-Cuentalas -Le dije -en cada una hay una razon distinta por la cual te amo y siempre te amaré, encontrarás en ellas también nuestros recuerdos, mis sentimientos y ratos pensando en ti.
Le devolví en un cofre cerrado, todos los besos que me dio.
-No lo abras -Pedí -me causan tentación, es por eso que los he puesto ahí.
Le entregué muchas hojas, las cuales había llenado de palabras, versos, y hasta historias donde un amor como el nuestro triunfaba por sobre todas las cosas.
-Haz lo que quieras con ellas. No quiero leer sobre personas imaginarias que tuvieron lo que yo ya nunca tendré.
Le dí todas nuestras fotos juntos.
-No las necesito más, mis recuerdos son bastos y suficientes para torturarme con la imagen de tu rostro, tu sonrisa, tu mirada, el detalle de tu silueta, el sonido de tu voz, tu olor y hasta lo que tus abrazos y caricias provocan en mi.
-Vete y llevate contigo todo lo que me has dado y los que pensabas darme, lo que yo te he dado y todo lo que algun día planeaba ofrecerte. Llevatelo tu por que nadie más lo merece, por que a nadie amo como a ti, y a nadie jamás le daría tantas cosas como a ti te las he dado.
Y por ultimo, como sin ti ya no deseo tener nada. Toma mi vida, toma mis recuerdos, experiencias, toma mis risas, mis triunfos y mis fracasos, mis decepciones y mis enojos, tomalo todo, ya no lo quiero, ya no quiero tener nada, por que tu eres mi todo y sin ti ya nada vale la pena, nada es suficiente, nada me sirve.

martes, 5 de noviembre de 2013

¿Por qué tememos a los rostros obscuros? ¿Por qué tememos a los colmillos grandes? ¿Por qué tememos ver una cara sin ojos? ¿Por qué tememos a las cicatrices profundas?

Si miramos dentro, muy dentro de nosotros, nos toparemos con que en más de una ocación, frente a más de una situación, hemos tenido una expresión apagada que ensombrece nuestras facciones, hemos tenido que actuar con fiereza o coraje para alcanzar nuestros propositos, hemos tenido que actuar como alguien más o ignorar algun sentimiento para salir ilesos; y apesar de todo ello, hemos sido lastimados en más de una forma, y en diferentes intensidades.
Entonces, ¿Nos tememos a nosotros mismos?
Si no tememos a nuestros propios y reales monstruos, ¿Por qué hemos de temer a los ficticios? Inventados por personas que, en la mayoría de los casos, ni siquiera conocemos.
No tiene ningun sentido temerle a algo que no existe, en todo caso, mirate al espejo y tiembla por tu reflejo.